viernes, 25 de noviembre de 2011

Ucronía

Esta mañana mi mama me despertó, eran las 12:00 a.m. llamaba por el celular, me aclaro que se había ido a  trabajar en la mañana, repartiendo lechuguillas, en una camioneta negra, americana, con varios golpes, el parabrisas trasero cuarteado y pegado con cinta masquen, tiene una falla en el cable pasa-corriente a veces se vuelve imposible encenderla, sin embargo, por una extraña razón, quizás casual, - o podrá ser causal- cuando yo la manejo nunca falla, no, mi madre no maneja, lo hace mi tía, solo manejo cuando no va mi madre, pero mi tía siempre va. Mi madre solo llamo para decirme que mi hermano no se había llevado las llaves y que me estuviera al pendiente para abrirle cuando tocara a la puerta. Llego mi madre y mi hermano no llego, lo hizo hasta las 2 p.m. En la comida mi hermano se justifico diciendo que estaba en las canchas jugando futbol, y que había olvidado su celular. Mi madre nos platico que un tráiler se paso un alto, mi tía tuvo que frenar repentinamente… quedaron a 5 cm. de la huesuda. Yo no tenía nada que platicar, me había levantado tarde y no había hecho nada más que desayunar un cereal con leche.

Subí a mi cuarto, cerré la puerta me puse mis audífonos, leía a Chejov mientras escuchaba a Mozart, “Ionich” se llamaba el cuento, al terminar de leer el capítulo III, me cuestionaba sobre la existencia del destino, aquella fuerza sobre natural que, para empezar nos priva de toda esperanza de algún tipo de libre albedrio, y para finalizar elimina por completo el sentido de vivir la vida y nos hace creer que –ya que todo está escrito y no somos libre de elegir ni siquiera lo que pensamos, y que de hecho, este pensamiento mío ya estaba destinado a pensarse por mi- lo mejor sería quitarnos la vida, aunque quizás sería inútil, porque ya está escrito asi, solo seria caer en el inevitable e ineludible destino, (la simple faena de escribir esto, y saber que ya estaba destinado, me provoca una sensación de angustia, frustración, inutilidad, hace que me falte el aire y me den ganas de azotar el teclado o arrancarme la piel para eliminar este escozor y sufrimiento que padezco).

Sin darme cuenta pase de un cajón para bocinas, que convertí en un banco frente al escritorio, que más bien es una vitrina de recuerdos, fotos, y papeles inservibles; a estar recostado en mi cama, apoyado en los codos, y con las palmas de mi mano en la barbilla, la foto de Chejov en la portada del libro estaba boca abajo en el suelo, yo mordía una pluma; y me perdí de nuevo.

¿Qué tal si el destino no existiera?, ¿si lo que llaman destino solo fuera un artilugio utilizado para contrarrestar la angustia de la incertidumbre del futuro tan amenazador?, ¿si lo que nos sucede en la vida, no fuera causa de un hado, sino de la casualidad o una consecuencia de nuestros actos, de nuestra libertad?.

Esta mañana mi mama me despertó, eran la 6:30 a.m., me pidió en voz baja que me arreglara para irme a trabajar, asi lo hice y justo una hora despues tocaron el claxon fuera de la privada, 10 minutos tarde por cierto,  me despedí de mi madre, mi hermano ya estaba en la escuela, Salí corriendo y me puse tras el volante, me dijo mi tía – me costó trabajo prenderla, por eso tarde, pero seguramente a ti no te fallara.- y nos reímos, mi risa fue más bien sardónica, la suya, simplemente amigable; en efecto la camioneta encendió inmediatamente, empezamos la repartición. Esa mañana morimos mi tía y yo, resulta que manejo más rápido que ella, solo un poco, un tráiler nos golpeo por la parte trasera de la camioneta haciéndonos dar tantas vueltas que perdí la cuenta, mi muerte no fue instantánea, un tubo me atravesó el tórax y morí desangrado en la ambulancia, afortunadamente mi tía si murió inmediatamente, el impacto fue del lado del copiloto, y según escuche, ella ni siquiera dio cuenta de las vueltas que dimos.

Esta tarde mi hermano no jugó futbol con sus amigos, mi mama paso por él a las canchas, por que recibió una llamada de la cruz roja, mi padre salió corriendo de su trabajo, y perdió un negocio importante para su empresa que le aseguraría ganancias los siguientes 3 años. Mi prima, tuvo que tomar el camión despues de esperar en vano durante 1 hora a que pasáramos por ella a su escuela como era común, en el bus conoció a un buen joven con el que entablo una plática amena durante 20 minutos de camino hacia su bajada.

Dentro de 2 años la empresa de mi papa quebrara, el quedara desempleado, pero encontrara un mejor trabajo, en el que ganara casi el doble de lo que gana ahora, mi prima en 5 años se casara con Pedro, el joven que conoció en el camión el día de mi muerte. Seguramente algo cambio en la vida de los que rodeaban a aquel trailero.        

Tocaron a la puerta .Regrese, y esta vez yo estaba en el suelo, viendo hacia la ventana, Chejov estaba bajo mi cama, y mi madre llamaba en la puerta, Salí y me dijo que mañana yo me iré a repartir con mi tía.

Aun no resuelvo si existe o no el destino, quizás, nunca nadie lo sepa, pues solo sabemos lo que nos pasa ahora y lo que nos ha pasado ya, no tenemos un oráculo como lo tuvo Edipo, solo asi podríamos saber si somos libres o no, si forjamos nuestro propio futuro o si seguimos una línea preexistente, como un rio que nos arrastra, sin soltarnos, hacia el ineludible mar.

Solo les digo, que si mañana muero junto con mi tía, arroyado por un tráiler, pueden estar seguros de que las premoniciones realmente existen.   

jueves, 17 de noviembre de 2011

Muerte

Hablando precisamente del miedo a la muerte, no un miedo irracional o una fobia, solo el miedo normal y sencillo, un miedo no patológico; podría decir que el núcleo de dicho miedo es el miedo común al cambio, para justificar, el miedo a la muerte es igual de común, de hecho, extraño es aquel que no teme a la muerte, miedo que se remonta a épocas inmemoriales, épocas anteriores a la religión, está por su parte tambien contribuyo al intento por superar el miedo a morir, de una manera muy pintoresca pero realmente poco efectiva, esa idea de un paraíso despues de la muerte aunque suena muy prometedora no ha logrado su objetivo, el hombre, aun el religioso, sigue temiendo a la muerte, pero antes de esto, el humano ya se defendía con ideas no muy diferentes a las religiosas, por ejemplo, la reencarnación, los mitos, que quizás sean la génesis de la creencia en un paraíso y un infierno, (en este tema en especial coincido con Borges cuando decía: "El infierno y el paraíso me parecen desproporcionados. Los actos de los hombres no merecen tanto.").

En fin, el miedo a la muerte –repito- es de lo más normal, aunque muchos propongan superar ese miedo, para vivir una vida más plena, con más riesgos, si, pero tambien con mas placeres y menos barreras subjetivas. Pero, ¿no será acaso que ese miedo a la muerte es más necesario de lo que estas personas piensan?, bien sabido es que los hombres son animales socializados, que convirtieron sus instintos en pulsiones, su intuición animal en emoción, etc… el miedo, es una emoción, que sirve como mecanismo de defensa, a favor de la supervivencia, esto vuelve entonces al miedo a la muerte, el miedo más lógico y más sincero del humano. Es por eso que ni la creencia en un tipo de vida despues de la muerte puede evitar que sigamos teniendo miedo a morir, entonces me atrevo a asegurar que el miedo a la muerte es el miedo principal, el inicial, el que da paso los demás miedos.

Aquí me enfrento a un gran problema, y acepto que en esta ocasión el subvertido fui yo, personalmente creo que ese miedo normal a la muerte debe ser superado para llevar esa vida plena, soy un fiel creyente de que la muerte más que una pena es un alivio para el hombre, ya sea que vayamos a un paraíso, o que nuestro ser físico y mental desaparezca por completo, y no quede absolutamente nada de nosotros, cualquiera de los dos, nos libera de la pesadumbre de vivir, claro, la vida se sufre, pero tambien se goza, es un placer que de no ser efímero más bien seria una aflicción. Por otra parte, mi idea pseudocientífica, biologicista, me dice que el miedo es, más que normal, necesario para el ser humano-animal.

En conclusión, resuelvo que el miedo a la muerte, es una constitución del hombre-animal, mas sin embargo debe ser superada, para hacer primeramente la vida más amena, y dejar de preocuparnos menos por no morir, y más por vivir. A fin de cuentas no sabemos que hay, o que no hay despues de la muerte, lo único que tenemos seguro es que en este preciso momento estamos vivos (o al menos eso parece), por lo tanto solo nos queda disfrutar de esta vida efímera, con las menos barreras posibles.